La ruta del 2024

Cuando se acerca un nuevo año, siempre llega ese momento de mirar y recordar las cosas que hicimos en esos 12 meses que acabamos de vivir. Hoy día, con tantas redes sociales que nos recuerdan las historias y lugares que visitamos, este ejercicio ya es casi automático. De hecho, ahora hasta nos dan listas con las canciones que más escuchamos (Aquí está la mía de 2023).

Sin embargo, por más cosas buenas y constructivas que hayamos hecho, siempre tendemos a enfocarnos en lo que NO LOGRAMOS. Es ahí donde la mente y nuestro pensamiento comienzan a destruir lo bueno.

En psicología hay varios términos y fenómenos para describir esta práctica. El más que me gusta es un término que se usa mucho en la teoría cognitiva llamado “pensamientos destructivos”. Este es un pensamiento que no es constructivo, que nos limita, nos coarta o nos bloquea impidiendo que alcancemos aquello que queremos lograr.

Los pensamientos destructivos son ideas en nuestra mente a las que otorgamos muchas veces un peso o importancia mayor y negativo a la que realmente tienen. Desde esa aplicación destructiva comenzamos a definir todos los demás elementos de nuestro día a día. Aquí te dejo más información por si quieres aprender más del concepto o la teoría. Sin embargo, lo que nos importa es como esas cosas se van uniendo como un embudo en esos días finales de un año y los iniciales de otro. De ahí solo hay un paso para mencionar la frase que suele liquidar los sueños antes de siquiera comenzar a cumplirlos.

Si no lo hice en 12 meses, no lo voy ni a intentar un día más.

Es ese pensamiento el que no solo destruye, sino que determina el camino a seguir dentro de esos próximos 365 días que faltan del nuevo año (este año trae 366 en total). La pregunta es, ¿por qué nos enfocamos en solo lo malo? ¿Por qué no le damos cabida a esas cosas buenas que si pasaron, hayan sido o no conducentes a la meta que no cumplimos?

En los años que estuve dando terapias siempre me encontraba con este tipo de situación. Mi pregunta siempre era la misma… ¿Eres la misma persona que eras al inicio del año? ¿Estás más lejos, más cerca o en el mismo lugar con respecto a la meta? La mayoría de la gente suele decir que está más lejos, pues sienten que ya perdieron un año. Esto es falso. Salvo que te hayas dedicado a no hacer nada durante esas 8,760 horas, es humanamente imposible que estés más lejos. Estás en un lugar distinto, pero no necesariamente más lejos. Esto sin contar que probablemente ese punto distinto te hizo ver que tu meta había que afinarla más de lo que pensabas.

Enfócate en lo bueno, en las conversaciones que tuviste, en las personas que conociste o que sacaste de tu lado, porque simplemente no aportaban a tu vida (esto es un tema que abordaremos pronto). Pero tienes que enfocarte. Nada puede desviar una mente de un plan que cuenta con enfoque personal, créeme.

Para esto, los hábitos son superimportantes. Siempre recomiendo el libro de James Clear, Hábitos Atómicos. No se trata de hacer un cambio de 180 grados de un día al otro. Quizás puedes generar un cambio de 1 grado en poco tiempo y eso, CREEME, ya cambia el sentido y el rumbo a tu favor. De hecho, esa idea es del mismo libro que consigues aquí

Audiolibro

Físico (recomendado)

Kindle

No esperes a mañana. Comienza con una lista de tareas, aunque solo hagas la mitad o menos. No esperes la aprobación de nadie, eso también es un error. Hazlo por ti mismo y acostúmbrate a pensar que todo paso que das te acerca a tu meta. Al final, como dice un gran pensamiento que me encanta…

Lo importante no es la meta, sino el camino y el proceso.

VOY A TI

AL